Wednesday, September 23, 2015

Bocetos, máscaras, brochazos

  El centro de esta obra es el reflejo realista sobre un ojo. Lo que vamos a ver reflejado es una escena compleja, así que hay que reproducir una perspectiva sólida (Ver posts anteriores):



 Algunos de los bocetos para la perspectiva de los reflejos

 Quiero que, a través del reflejo, se vea el iris y su estructura, que conseguiré a base de trazos marrones y negros superpuestos y ligeramente fundidos entre sí; sin embargo, al hacer el boceto en acrílico, me he dado cuenta de que no se puede pretender que se interpreten esos trazos como la textura del iris, cuando, por encima, el reflejo está hecho también con pinceladas (figura de abajo):

Fallos en un boceto preliminar, acrílico sobre lienzo

Efectivamente, se puede ver la estructura radial del iris, trazada con una brocha redonda y gruesa de cerdas; pero, al haber un montón de pinceladas blancas por encima que componen los reflejos, no se percibe así. La mejor solución parece ser crear una serie de máscaras y utilizar el aerógrafo para pintar los reflejos en variedades de blanco. El aerógrafo no deja rastro de ningún trazo, y esta textura lisa contrastará con los brochazos del fondo. Los pasos a seguir serán los siguientes:

  • Trazar sobre una cartulina un iris del mismo diámetro que el del cuadro final ( en este caso, 58 cm).
  • Dibujar la escena completa y deformada, igual que aparecerá en el cuadro final, sobre la cartulina.
  •    Recortar los componentes que quedarán en reserva, a través de los cuáles se verá el iris.

  Ya hemos visto cómo, en la perspectiva curvilínea, las líneas verticales y horizontales confluyen hacia dos puntos de fuga cada una. Estos puntos de fuga estarían sobre la esfera, pero hay que tener en cuenta que el iris no es una esfera sino sólo un casquete. Por lo tanto, los puntos de fuga no estarán situados sobre la circunferencia, sino sobre otra exterior, que representaría la esfera teórica a la que pertenecería el iris. Como arrastro una empanada importante, pongo los puntos de fuga sobre la circunferencia del iris y, luego, tengo que borrarlo todo y empezar de nuevo.

  Como la cartulina no es lo bastante grande, la pego bien firme sobre un rollo de papel, trazo sobre éste la circunferencia exterior y proyecto sobre la esfera una cuadrícula de baldosas de igual tamaño para hacerme una idea del aspecto que tendría esta perspectiva. Hago lo mismo para las distancias verticales. El objetivo es definir cómo se verían exactamente los objetos, deformados por el espejo convexo.


Trazado del dibujo, del que se recortarán
las máscaras de reserva

 Con todo, es más que posible que, después de todo este trabajo, termine por deformar arbitrariamente el reflejo para dar una mayor sensación de tensión o amenaza. Sin embargo, el dibujo previo, y la perspectiva especialmente, es la fase de un cuadro en el que se le da solidez, y no puede uno saltársela así como así.

  Creo que este cuadro es el más difícil que he pintado nunca, no sólo por las dificultades con la perspectiva, sino también por el hecho de tener que definir todas las figuras como sombras en reserva, pintando el espacio negativo con capas semitransparentes de blanco; y también por tener que representar con poco más que siluetas una de las escenas más dramáticas y crueles de la historia humana, la masacre de Nanjing.

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